Cuando hablo con mi papá, no siempre estoy segura de si me está escuchando
Si está en su celular, asiente con la cabeza, dice cualquier cosa y sigue en su mundo.
Él me enseñó la perseverancia, así que igual le cuento cosas.
Lanzo botellas al mar de sus pensamientos.
Le cuento cómo me va en el trabajo
Lo mucho que me gustó la última película de Batman
Y que este año decidí no ver la temporada de Tu Cara Me Suena.
A veces me da por ponerme anecdótica y le cuento que lo que más me gusta en diciembre es el olor a pino porque me recuerda al olor de nuestro apartamento en Caracas en Navidad. Cuando la brisa sacudía las ramas y toda la casa se impregnaba de ese aroma tan particular.
Él asiente, dice cosas como “ya, okey” y me cuenta sobre lo último que leyó sobre cómo construir imanes
Papá, con los años, ha ido revelando algunas mañas.
Que prefiere dormir con la luz encendida
Que guarda todo tipo de frasquitos vacíos, no vaya a ser que los necesite para algo
Que en la cocina le gusta tener a mano siempre un plato y un par de cubiertos, porque le fastidia buscarlos en la gavetas cuando tiene hambre.
Que le gusta quedarse dormido escuchando música
Y hacer su Duolingo a las 5 de la mañana
Que se propuso aprender a hacer jabón y pasó semanas hasta que logró, por fin, sacar espuma.
Y celebró como un niño con las manos mojadas🧼
A veces las mañas son complicadas de entender
Como cuando empezaron a aparecer ramas peladas en el arbolito de Navidad
Y lo encontré arrancando las hojitas una a una y metiéndoselas en un bolsillo
“Papi, coño, ¡Me vas a dejar calvo el arbolito!” le reclamé en diciembre.
Y de nuevo no dijo nada.
Hace años que mi papá se resignó a ser un poco incomprendido
Y yo, que intento descifrarlo, ya había hecho las paces con que no me escuchara
Hasta una tarde del mes pasado que me llegó contento con algo en las manos.
“Hice un perfume”, me dijo. Y descubrió un frasquito pequeño con un líquido amarillo dentro.
“Ahora puede ser Navidad en julio si te da la gana”.
Lo llamamos “Eau de San Nicolé”, con el perdón de los franceses
Resulta que el amor de (mi) padre huele a pino
Y por eso los dos fuimos ridículamente felices